domingo, 4 de marzo de 2007

Momentos para no olvidar

Es inconmensurable el placer de sentir las manos ardiendo por el palmoteo incesante y los golpes sucesivos, delirantes, enajenantes, poseídos y, finalmente satisfactorios, de un enorme aplauso brindado con la sinceridad más absoluta del alma a quién posee argumentos de sobra para pararse frente a miles a recibir tal muestra de respeto, de cariño, de admiración y de agradecimiento.

Hoy no fue un día como cualquier otro día. Hoy fue un día en que el alma de cada uno de los presentes en aquel recinto, se llenó de virtud y de gloria. Y cada uno, lo reconozca o no, debe haber sentido la magnifica presencia de la mezcla oportuna de poesía y música. De verdadera poesía. De verdadera música. Verdadera.

Hacía demasiado tiempo que no experimentaba una sensación de ese tipo, y de verdad que cada vez que, después de lluvias de gritos y tronaduras de manos en colisión permanente, volvía él al escenario para darnos una canción más, sentía lo inolvidable que sería ese momento y lo bien que me sentí, a pesar de una que otra lágrima rebelde que escapó en instantes claves que, en vano, intentaron mostrar lo contrario.

Recuerdo alguna vez haber leído en alguna parte que la relación entre artista y público no puede ser igual a cualquiera cuando al artista se le llama sólo por su nombre. Durante todo el magnífico espectáculo no escuché a nadie corear un apellido. Sólo oí un nombre. Un nombre, además que está ligado a pocos hombres, un nombre no tan común. En fin, un nombre especial, que hace que podamos sentirlo más cerca, más nuestro, más puro, más amigo, más hermano.

El dolor en las palmas era bastante considerable, pero en cada bis golpeaba más fuerte, con más ganas, con más firmeza, para con mi granito de arena expresar lo que sentí y siento.


Sin duda alguna hubo dos “citas” que me encantaron, por así decirlo. En un primer lugar, la canción, interpretada por los tres músicos invitados a la escena, de Máximo Francisco Repilado, más conocido como Compay Segundo. Y en segundo lugar, la lectura del poema “Halt!” del poeta cubano Luis Rogelio Nogueras, escrito en Auschwitz, Cracovia, el veintiuno de octubre de 1979, que procedo a escribiros a continuación:


Recorro el camino que recorrieron 4000000
de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de
otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de
nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo
olvidaron tan pronto
el vaho del infierno


Ojalá que la longevidad de otros grandes personajes del arte cubano, tal como es el mismísimo Compay, sea una cuestión de la tierra de la isla o del espíritu de ella, para que el ángel para un final demore lo más posible en llegar y que este gran hombre siga dando una canción a la gente que disfruta escuchándolo tocar la guitarra y cantar.

En resumen, hoy fue un día especial. Al rededor de treinta canciones que lograron poner la piel de gallina a más de alguno. Al menos a mí, así fue. La gente coreando en muchísimas canciones, e incluso, en “La gota de rocío”, haciendo las segundas voces, de la que sería la última canción de esta Cita en Santiago.
Cada canción, cada palabra, cada sonido, cada sentimiento unido a todo esto, hacen pensar que esta noche no ha sido cualquier noche, sino que ha sido una noche mágica. Una noche digna de recordar. Una noche para no olvidar.


Gracias, Silvio.

2 comentarios:

MJB dijo...

me ganaste
a esta hora no puedo pensar a si que no esperes un megacomentario de mi parte xD
yo quería verloooooooooo, aunque no conozco mucho sus canciones, igual me gusta..... sería una patuda decir que soy fanática y blah blah blah...

de todas formas, tendré mi oportunidad para que se me pongaa la piel de gallina... si no es con silvio, que sea con roger no?

nos vemos!

Jesusísima dijo...

Y yo que no quería que se me pasara el día para preguntarte cómo estuvo.
Lamentablemente el día se me pasó, pero me quedó claro cómo lo viviste.
Qué bueno leerte así, contento y emocionado :)
Nos vemos !!