sábado, 10 de marzo de 2007

Sin título en absoluto

¿Haz pensado alguna vez?

¿Haz pensado alguna vez que muchas veces convergen hacia ti personajes, quizás extraños o tal vez, simplemente incomprendidos, postmodernos y/o surrealistas, para comunicarte, a modo de consejo casi profético eso que tu no sólo sabes, sino también tienes más que absolutamente claro?

¿Haz creído alguna vez en gente como esa que dice avistar objetos sobrenaturales e incluso tener experiencias del tercer, cuarto quinto y/o sexto tipo con seres no sólo anormales sino que también probablemente, y digo probablemente porque es muy, pero muy probable, que ni siquiera existan del todo?

¿Puedes, acaso, sentirte satisfecho con una pizca de filosofía barata y alcohol?

¡Mentiroso!
¡Mentiroso!

No hay ni habrá peor espécimen que aquel que intenta engañar a los otros haciéndoles creer que habla cosas extremadamente interesantes, pero en realidad no es más que una burda banalidad irrelevante de la cual podemos abstraernos y no considerar deliberadamente, para luego hablar con los verdaderos intelectuales, esos que realmente saben de lo que hablan y hablan de lo que saben, opuestamente a la mayoría de los casos que hablan de lo que no saben y no saben de lo que hablan, pero todo lo que dicen resulta, pues, perfectamente creíble y, al fin y al cabo, el que oye tamaña pelotudez no es más que otro intelectualoide que no sabe de lo que escucha y escucha lo que no sabe de la boca de los que hablan de lo que no saben y a la vez no saben de lo que hablan, es decir son perfectamente engañados y a la vez auto-engañados por si mismos y en su presencia.






PS: La próxima entrada será una nueva reforma ortográfica. Queda anunciada desde ya. No sé si los amantes de la gramática de la PUC me perdonarán por dicho artículo. La verdad es que no me urje.
[ACTUALIZACIóN: LA PRóXIMA ENTRADA TRATARá OTRO TEMA, LA DICHA ANTERIORMENTE SE POSTERGA AL MENOS UNA ENTRADA MáS.]


Esta vez el sueño me impidió seguir escribiendo huevadas. Espero que si leíste lo poco que escribí, escribas algo al respecto tú. O al menos dejes un saludo. Y si no, te invito a que vayas a jugar al baño con caca. Besos.



domingo, 4 de marzo de 2007

Momentos para no olvidar

Es inconmensurable el placer de sentir las manos ardiendo por el palmoteo incesante y los golpes sucesivos, delirantes, enajenantes, poseídos y, finalmente satisfactorios, de un enorme aplauso brindado con la sinceridad más absoluta del alma a quién posee argumentos de sobra para pararse frente a miles a recibir tal muestra de respeto, de cariño, de admiración y de agradecimiento.

Hoy no fue un día como cualquier otro día. Hoy fue un día en que el alma de cada uno de los presentes en aquel recinto, se llenó de virtud y de gloria. Y cada uno, lo reconozca o no, debe haber sentido la magnifica presencia de la mezcla oportuna de poesía y música. De verdadera poesía. De verdadera música. Verdadera.

Hacía demasiado tiempo que no experimentaba una sensación de ese tipo, y de verdad que cada vez que, después de lluvias de gritos y tronaduras de manos en colisión permanente, volvía él al escenario para darnos una canción más, sentía lo inolvidable que sería ese momento y lo bien que me sentí, a pesar de una que otra lágrima rebelde que escapó en instantes claves que, en vano, intentaron mostrar lo contrario.

Recuerdo alguna vez haber leído en alguna parte que la relación entre artista y público no puede ser igual a cualquiera cuando al artista se le llama sólo por su nombre. Durante todo el magnífico espectáculo no escuché a nadie corear un apellido. Sólo oí un nombre. Un nombre, además que está ligado a pocos hombres, un nombre no tan común. En fin, un nombre especial, que hace que podamos sentirlo más cerca, más nuestro, más puro, más amigo, más hermano.

El dolor en las palmas era bastante considerable, pero en cada bis golpeaba más fuerte, con más ganas, con más firmeza, para con mi granito de arena expresar lo que sentí y siento.


Sin duda alguna hubo dos “citas” que me encantaron, por así decirlo. En un primer lugar, la canción, interpretada por los tres músicos invitados a la escena, de Máximo Francisco Repilado, más conocido como Compay Segundo. Y en segundo lugar, la lectura del poema “Halt!” del poeta cubano Luis Rogelio Nogueras, escrito en Auschwitz, Cracovia, el veintiuno de octubre de 1979, que procedo a escribiros a continuación:


Recorro el camino que recorrieron 4000000
de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de
otoño
cruje dolorosamente la grava.
Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.
Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de
nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino
desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo
olvidaron tan pronto
el vaho del infierno


Ojalá que la longevidad de otros grandes personajes del arte cubano, tal como es el mismísimo Compay, sea una cuestión de la tierra de la isla o del espíritu de ella, para que el ángel para un final demore lo más posible en llegar y que este gran hombre siga dando una canción a la gente que disfruta escuchándolo tocar la guitarra y cantar.

En resumen, hoy fue un día especial. Al rededor de treinta canciones que lograron poner la piel de gallina a más de alguno. Al menos a mí, así fue. La gente coreando en muchísimas canciones, e incluso, en “La gota de rocío”, haciendo las segundas voces, de la que sería la última canción de esta Cita en Santiago.
Cada canción, cada palabra, cada sonido, cada sentimiento unido a todo esto, hacen pensar que esta noche no ha sido cualquier noche, sino que ha sido una noche mágica. Una noche digna de recordar. Una noche para no olvidar.


Gracias, Silvio.