sábado, 23 de agosto de 2008

No tengo título para escribir acá

Había dejado de escribir acá. En parte porque no tenía ganas y porque no me había dado el tiempo.
Siempre he sido cuestionado por lo mismo. Emprendo muchos viajes y rara vez los llevo a destino. Empiezo muchas cosas al mismo tiempo y dejo que el tiempo vaya imposibilitando mis acciones y aparentemente no tengo una excusa válida aparte del ocio y del pajerismo.
No lo niego. Hay cosas que debería haber hecho hace tiempo que aún no hago y cosas que debí haber dicho hace tiempo y que aún no digo. Cosas que por el momento se ven condenadas a morir en el intento y quedarse ahí cubiertas del polvo que deja el olvido y la frustración.
El problema aparece realmente de la mano de la perdida de credibilidad. En el fondo, si no concreto las cosas que me propongo el único que pierde, al final de cuentas, soy yo. Pero podría decir, tal vez, que si no las concreto es porque no quiero o porque algún motivo tengo para no hacerlo. Ahora lo de la pérdida de credibilidad viene al caso porque cuando pido ayuda o apoyo, cualquiera que sea su tipo, dudan y no saben si realmente vale la pena ayudarme.
Muy por el contrario, veo el caso de otras personas que sin haber hecho mucho previamente intentan algo y dan a conocer su interés y la ayuda les cae sola.

Siento que ante ciertas personas he perdido la consistencia en mis argumentos y la decisión en mis acciones. He pagado caro todo estoy, lo peor es que estoy recién empezando.

Lo trágico del asunto es que me estoy dando cuenta que para recuperar todo lo que veo perdido estoy obligado a sacar mi nueva idea adelante absolutamente solo y si eso implica sacarme la mierda tendré que hacerlo para demostrar que no todo lo que hago es en vano.

Estoy chato.