lunes, 24 de noviembre de 2008

Sincero

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Eso de ser sincero, de vez en cuando,

Te pasa la cuenta como si te tuviera pecados guardados,

Te pasa la cuenta sin misericordia alguna.


Eso de ser sincero, de vez en cuando,

Hace que no te des cuenta de lo bueno que puedes llegar a ser,

Hace que te des cuenta de lo malo que puede llegar a ser eso de ser bueno.


Eso de ser sincero, de vez en cuando,

Provoca los dolores de cuello, de espalda y de vida,

Provoca los temores de vida, de amor y de muerte.


Eso de ser sincero, de vez en cuando,

Engendra ese malestar estomacal y el dolor de cabeza,

Engendra victorias amargas y derrotas tristes.


Eso de ser sincero, de vez en cuando,

Da pie para pensar en cosas que no se debe,

Da pie para cosas que se piensa que no se deben.


Eso de ser sincero de vez en cuando,

Te deja un margen de error para la vida,

Te deja un margen de error para la muerte,

Te deja un problema enorme sin resolver,

Te deja solo.

Te deja solo.


Y es que no hay que ser un genio para darse cuenta.



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martes, 11 de noviembre de 2008

Estoy aléxico (Reposteado)

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Quiero quererte como te quiero querer,
Creo que no quiero creer lo que quiero,
Quiero creer que me quieres y que te quiero,
Creo que quieres que no te quiera, y no quiero.

Sueño que te quiero y quiero soñarte más,
Creo que quiero que me quieras de verdad,
Quiero quererte y dejar de soñar,
No quiero ni soñar que no me quieras jamás.

Vivo soñando con vivir una vida
Muero creyendo que no creo que viva
Muero queriendo que me quieras, mi vida
Vivo muriendo, no me quieres… ¡Qe Bida!


(Me dejaste aléxico, maldita.)






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Este intento de poema ya había sido publicado en este blog.
Lo vuelvo a publicar porque viene TANTO al caso hoy.
(Exceptuando el último adjetivo, claro.)

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miércoles, 22 de octubre de 2008

Entrada número cuarenta y ocho (coma dos)

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Que trata sobre como iTunes puede hacer que te des cuenta de lo mal que vas por la vida, con solo mostrarte un tiempo aproximado de reproducción.


Sucede que llega un momento de tu vida en que te da gusto ver las cosas que realmente te interesan, ordenaditas. Eso me pasa con mis discos y mis peliculas (no con muchas más cosas).
Ordenando mi biblioteca de iTunes disco por disco con sus carátulas respectivas fui acumulando música de manera impresionante. Sobretodo al pensar que aún no adjunto a la biblioteca los discos con respaldos de mp3 que tengo en DVDs de datos. Respaldo que, digámoslo, es amplio.

Estuve trabajando en mantener una colección ordenada hasta que me di cuenta de algo maravilloso. iTunes te muestra un resumen en la parte inferior de la ventana que indica la cantidad de álbumes, el espacio ocupado en el disco duro y la cantidad de tiempo de reproducción que contiene la biblioteca.
Al último conteo, insisto que no he ingresado la parte "gruesa" de mis mp3, hay casi cuatrocientos álbumes y más de catorce días (casi quince) de reproducción. Eso significa que si pusiera a andar la lista de la biblioteca ahora, no se callaría hasta el día 5 o 6 de Noviembre. No es cosa poca.

Ahora bien, se preguntarán a que viene mi reflexión... Mi intención no es en lo absoluto refregarles en el rostro lo amplia que es mi colección de música, sino decirles (aunque no sé a quienes me refiero con ese "les") que iTunes puede cantar más de lo que yo aguanto esperando.


Gracias.




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viernes, 3 de octubre de 2008

¿Por qué?

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Yo sé por qué...


Porque cuando no sabes, piensas más de la cuenta.


¿Cuántas veces te he dicho que eso NO se hace?





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domingo, 21 de septiembre de 2008

Diez Años Después

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Si diez años después te vuelvo a encontrar en algún lugar,
no te olvides que soy distinto de aquél pero casi igual.

Si la casualidad nos vuelve a juntar diez años después
algo se va a incendiar, no voy a mostrar mi lado cortés.

Aquello fue un gran punto de partida,
pero a la vez qué fácil se te olvida.
diez años después quién puede volver atrás.
Estamos en la tierra cuatro días
y el cielo no me ofrece garantías:
diez años después mejor volver a empezar.

Si tu credulidad se deterioró en algún lugar,
no te olvides que soy testigo casual de tu soledad.

Si diez años años después no estamos igual, ¡qué le vas a hacer!
Otros diez años más y luego, empezar juntos otra vez.

Aquello fue una linda primavera
pero fue solamente la primera.
diez años después el tiempo empieza a pesar.
Me quedan balas en la cartuchera
pero te guardo siempre la primera.
diez años después mejor reír que llorar.

Una carta te di que nunca escribí, que nadie leyó.
Hoy, diez años después, todo sigue igual, nunca te llegó.
Dentro del corazón, al día de hoy, no queda lugar.
Si perdí la razón, no fue por amor, fue por soledad.

La vida es una gran sala de espera,
la otra es una caja de madera.
Diez años después mejor dormir que soñar.
No se puede vivir de otra manera,
porque si no la gente ni se entera, 10 Años después
quién puede volver atrás.
10 Años después mejor decir que callar.



Los Rodríguez
Palabras Más, Palabras Menos


sábado, 23 de agosto de 2008

No tengo título para escribir acá

Había dejado de escribir acá. En parte porque no tenía ganas y porque no me había dado el tiempo.
Siempre he sido cuestionado por lo mismo. Emprendo muchos viajes y rara vez los llevo a destino. Empiezo muchas cosas al mismo tiempo y dejo que el tiempo vaya imposibilitando mis acciones y aparentemente no tengo una excusa válida aparte del ocio y del pajerismo.
No lo niego. Hay cosas que debería haber hecho hace tiempo que aún no hago y cosas que debí haber dicho hace tiempo y que aún no digo. Cosas que por el momento se ven condenadas a morir en el intento y quedarse ahí cubiertas del polvo que deja el olvido y la frustración.
El problema aparece realmente de la mano de la perdida de credibilidad. En el fondo, si no concreto las cosas que me propongo el único que pierde, al final de cuentas, soy yo. Pero podría decir, tal vez, que si no las concreto es porque no quiero o porque algún motivo tengo para no hacerlo. Ahora lo de la pérdida de credibilidad viene al caso porque cuando pido ayuda o apoyo, cualquiera que sea su tipo, dudan y no saben si realmente vale la pena ayudarme.
Muy por el contrario, veo el caso de otras personas que sin haber hecho mucho previamente intentan algo y dan a conocer su interés y la ayuda les cae sola.

Siento que ante ciertas personas he perdido la consistencia en mis argumentos y la decisión en mis acciones. He pagado caro todo estoy, lo peor es que estoy recién empezando.

Lo trágico del asunto es que me estoy dando cuenta que para recuperar todo lo que veo perdido estoy obligado a sacar mi nueva idea adelante absolutamente solo y si eso implica sacarme la mierda tendré que hacerlo para demostrar que no todo lo que hago es en vano.

Estoy chato.

lunes, 5 de mayo de 2008

Y que el problema sea tan simple...

Y que de todos modos no sepamos solucionarlo.


Que la diferencia entre un problema y una solución sea tan poca, hace que hallemos esa diferencia enorme. Porque no vemos que la solución se mantiene siempre a un par de metros del problema y está en nosotros la dificultad para darnos cuenta.

¿Cuántas veces me han dicho eso?


Penélope, con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo.
Penélope, se sienta en un banco en el andén y espera que llegue el primer tren, meneando el abanico.

Dicen en el pueblo que un caminante paró su reloj, una tarde de primavera.
Adiós amor mío, no me llores, volveré antes que de los sauces caigan las hojas.
Piénsa en mí, volveré, es por tí.

Pobre infeliz, se paró tu reloj infantil una tarde promiza de abril, cuando se fue tu amante.
Se marchitó, en tu huerto, hasta la última flor, no hay un sauce en la calle mayor para Penélope.

Laralalá...

.....

Dicen en el pueblo que el caminante volvió... La encontró en su banco de pino verde.
La llamó Penélope, mi amante fiel, mi paz...
Deja ya, de tejer sueños en tu mente...
Mírame, soy tu amor, regresé....


Como diría un amigo mío... Acabo de entender la letra de la canción.


Penélope NO se dió cuenta que en frente de ella estaba por quién sufría, por quién lloraba, por quién la historia de su vida valía la pena ser contada.
En efecto, si hubiese reconocido a su amante adorado, Serrat no nos hubiese contado tal historia.


Así es la poesía, pues.
Como el ejercicio físico.
Si no duele, no sirve.


Me han dicho tantas veces que las soluciones están más cerca de lo que creo.
Creo que me han dicho muchas cosas.


Creo que prefiero meditarlo un poco más.
Aunque de tanto meditar se me ha ido la vida.






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lunes, 14 de abril de 2008

El sexo es

El sexo es Arte.







A R T E
















CULI
MAM
FOLL
CHUP
BES
PIS
TOC
PAJE
ROZ
SOB
GOZ
VIOL















El sexo es
(d)
ARTE
(El sexo es)
SANO

domingo, 6 de abril de 2008

Asesinatos

Maté a mi televisor por mostrarme lo que no quería ver.
Maté a mi lápiz por olvidar lo que quería escribir.
Maté a mi suerte por no acompañarme un día.
Maté a mis hojas por no aguantar el peso de mi pluma.
Maté a mi cama por hacer demasiado ruido.
Maté a mis parlantes por levantarme la voz.
Maté a mis libros por diferencias de opinión.
Maté a mis cortinas por taparme la vista.
Maté a mi cinturón por apretarme en demasía.
Maté a mi pelota de fútbol por no colarse en el arco al que la mandé.
Maté a mis zapatillas por hacerme tropezar.
Maté a mi gato por ser negro y tener esa mala costumbre de cruzarse.
Maté a mi perro porque al decirle “sit” no se sentaba.
Maté a mis enredaderas porque no se enredaban con el muro.
Maté a mis lentes por ensuciarse demasiado.
Maté a mis pantalones por atreverse a achicarse.
Maté a mis poleras por lo mismo.
Maté a mi guitarra porque no se sabía el Concierto de Aranjuez.
Maté a mi piano por estar en blanco y negro.
Maté a mi cubrecama porque reprimía a esta última.
Maté a mi colchón por tener complejo de playa.
Maté a mis discos porque se atrevieron a pasar de moda.
Maté a mis intenciones por indecorosas y poco astutas.
Maté a mis ideas por ser poco ingeniosas.
Maté a mis sentimientos por ser tan impulsivos.
Maté a mis lamentos por llorones.
Maté a mis sufrimientos por pasarse de sufridos.
Maté a mi pasado por ser mediocre y quedarse en el camino.
Maté a mis cuadernos por traerme malos recuerdos.
Maté a mis ideales por no ser ideales.
Maté a mi teléfono por impertinente.
Maté a mi espalda por dolorosa.
Maté a mi cuello por lo mismo.
Maté a mi cámara por capturar imágenes indeseables.
Maté a mis proyectos por inconclusos.
Maté a mi conciencia por inconciente.
Maté a mis certezas por inciertas.
Maté a mis dioses por insostenibles.
Maté a mis pasiones por poco apasionadas.
Maté a mis canciones porque no eran cantadas.
Maté a mis amores por imposibles.
Maté a mis pudores por insensibles.
Maté a mi maldad por maldadosa.
Maté a mi bondad por bondadosa.
Maté a mi inteligencia por quedarse dormida.
Maté a mi idiotez por causar problemas.
Maté a mi ropa por ensuciarse.
Maté a mi comida por acabarse.
Maté a mi piedad por despiadada.
Maté a mi amor porque no amaba.



Cuando descubran esto, me arrestarán y me matarán a mí también, por asesino.

sábado, 29 de marzo de 2008

Odiar siempre ha sido mi deporte favorito

Odiar siempre ha sido mi deporte favorito. Un regocijo en el alma para un deportista afín a los gritos, a los retos, reproches, regaños, sermones repetitivos y, a veces, excéntricamente rencorosos. Al volante, tanto los gritos a los otros contertulios de autopista como los reproches silenciosos a los mismos, emitidos en voz un poco baja o no tanto, hacia la gente que vaya en el coche conmigo. Incluso, al ir solo es un agrado tremendo el criticar de manera no tan católica a los imprudentes, poco atinados, desubicados y mal educados en lo que a manejar respecta.

Odiar siempre ha sido mi pasatiempo favorito. Al contribuir a la podredumbre de mi ya bastante podrido cerebro mirando la mediocre transmisión de la televisión, odio en voz alta a los personajes que aparecen en ella si es que no son de mi agrado. Los critico. A los periodistas que hablan mal, a los conductores que conducen mal, a los cantantes que cantan mal, a los comentaristas que comentan mal (definitivamente), a los actores que actúan mal, a los concursantes que concursan mal (con mayor razón cuando yo se de manera demasiado certera la respuesta a la pregunta que ellos erran), a los entrevistados que no responden a las preguntas (¡cómo detesto a los entrevistados que no responden a las preguntas!), a los jueces que juzgan mal, a los delincuentes que delinquen mal, a los editores que editan mal, a los asesinos que asesinan mal, a los directores que dirigen mal, a los escritores que escriben mal. Esos son párrafo aparte.

Odiar siempre ha sido mi trabajo favorito. Escritores, escritores, excretores, escritores, escritores, poetas, poetas, poetas, novelistas, ensayistas, poetas, escritores, novelistas, poetas, escritores, po-e-tas… Aquí tengo algunas dudas frente a mis odios, pero tengo puntos a favor porque reconozco y asumo mi responsabilidad con respecto a mi odio hacia algunos excretores o escritores que a mi juicio (y es ahí donde entran mis dudas para hacer de mi apreciación una regla general, pero como hablan de los gustos al apreciar las obras, lo más probable es que mi opinión poco y nada valga) escriben mal y no entienden la verdadera tarea que se les ha sido, desde mi punto de vista, mal encomendada. Creo que hay ciertos escritores a los que deberíamos quitarles (había pensado en decir “su pluma”, pero sería bastante poco realista, así que diré “su computador”) su computador y luego encarcelarlos y hacerlos pagar por daños morales. Hablo de aquellos escritores de literatura (algo dudosa) barata (en el sentido de pobre, no de su costo en las librerías) y que destacan por sus superventas. Pensarán quizás que hablo desde la envidia que me corroe. Están equivocados así que dejen de pensar aquello. Para mí son detestables. Algunos, creo, nacieron detestables, son detestables y morirán detestables. Aquellos escritores, novelistas, poetas que complican su escritura con intervenciones estridentes de Real Academia, con olor al “botón derecho-sinónimos” de Word. Esos que hacen de personajes descritos como incultos hablar como ministros de relaciones públicas europeo. Es una problemática de la sociedad que no ha tenido solución alguna en mucho tiempo (sobretodo en estas últimas décadas): la Literatura de Mierda. Es un término amplio, desde la autoayuda hasta algunos de los bestsellers más best sellers. Me refiero a la sociedad no con el afán de culparla una vez más de algún malestar público de la cultura o de la política o de cualquier cosa de la cual la sociedad ha sido culpada. Podría entrar en el discurso típico de la crítica a la sociedad de consumo y de la cultura de mall, pero no lo haré porque asumo que esa postura está algo inconcientemente aferrada a sus mentes. Yo entiendo a la sociedad y la acepto tal cual es. A que me refiero: las editoriales son empresas destinadas a la producción de libros para ser vendidos, por lo que si el libro editado no vende, no sirve y luego no se edita más, porque no cierra el ciclo del mercado de las editoriales. El problema es que la sociedad y más precisamente los consumidores compran cierto tipo de literatura (no por nada los Best Sellers se llaman Best Sellers) que les es grata, que les gusta, que les es cómoda. Ahí entran al baile aquellos escritores de novelas a veces enormes que tienden a ser leídos en un par de días. Escritores de novelas rápidas en ediciones de bolsillo. Aunque a veces hay que quitarle algo de culpa al escritor. Las editoriales por contrato piden una cierta cantidad de producciones que a veces son forzadas. Otras veces el problema radica en que un escritor es tan superventas que cualquier texto que escriban y firmen con su nombre se vende como pan caliente. A veces es una lástima que ese escritor haya escrito grandes obras para llegar a la cima y en la cima escribe basura para seguir vendiéndolas con la fama de las majestuosas obras anteriores y agrandando las billeteras y cuentas bancarias legales e ilegales de las editoriales correspondientes. Está el que mencionaba anteriormente que escribe con personajes trastocados e incoherentes (pero mal), el que escribió grandes cosas y que luego de diez años sin publicar lanza con bombos y platillos una pésima reescritura de una obra maestra (justificando con su amplio currículum la moral que posee para tal crimen), están también aquellos que escriben tres novelas de cuatrocientas páginas al año, aquellos que tras su trayectoria y premios se lanzan a traducir textos intraducibles (Traduttore, Traditore), aquellos que se llenan de orgullos, premios y honores, pero que al fin y al cabo caen en todos o algunos de los errores anteriormente mencionados o aquellos que se cuelgan de sus apellidos para justificar sus obras.

Odiar es mi placer preferido. Odio a los delincuentes que son capturados in fraganti. Me siento con la necesidad y con la profunda convicción de reprocharlos a larga distancia porque si yo cometiese aquellos delitos estudiaría bien el caso para no fallar, porque de fallar se acaba todo. Delinquir es una tarea que no puede errarse, de lo contrario son dignos de una crítica y de un castigo, ya que ni siquiera lo poco que hacen lo hacen bien. Por lo mismo halago a los tramposos de casinos que hacen millones y millones con ingeniosos planes y una vez que ya consiguen el dinero que se propusieron, se retiran y no vuelven nunca más a pisar el suelo de una sala de juegos. Ésos son los ladrones que valen la pena. Los otros aténganse a mis odios recurrentes.

Odiar es mi pecado preferido. Odiar de más. Odiar cuando se que no tengo razón y que si me escucharan los que son objeto de mi odio me desarmarían con un solo argumento. Odiar cuando quiero hacer prevalecer mi tesis incorrecta frente a otras posibles certeras. Odiar cuando no hay remedio para el mal que odio. Odiar desautorizado en la materia (el favorito y recurrente de muchos), como cuando odio a alguien por no hacer bien su trabajo o no cumplir bien su rol en algún cargo público o no tanto, sabiendo que yo difícilmente lo haría mejor. Odiar por odiar. Es un goce, un júbilo en las venas. Odiar es algo que alboroza el espíritu, reboza de alegría y de energía mi corazón. Según algunos, entre el amor y el odio hay una delgada línea, una delgada separación, yo creo que pensándolo matemáticamente, son dos conjuntos que se intersectan y el elemento que queda en dicha intersección soy yo.
(De verdad, si alguien se da la paja de leer esto diga yo, sólo para saber)

martes, 25 de marzo de 2008

La foto, la almohada, la tos

La foto.
Las lágrimas.
Las guitarras.
Los ojos.
El tiempo.
El pelo.
La vida.

La muerte.
La pena.
El olor.
La impotencia.
Los huesos.
El frio.
La vida.

La almohada.
Los surcos.
Las heridas.
El teléfono.
Los lentes.
El olvido.
La vida.

La muerte.
Los compromisos.
La tristeza.
Las promesas.
El orgullo.
La decepción.
La vida.

La toz.
El colchón.
La ausencia.
El adiós.
La nada.
El perdón.
La vida.


La vida.

viernes, 18 de enero de 2008

Extraño


Dos palabras:

TE MÓN


Y quien más podía estar detras de esto sino Andrés Calamaro.



Esto es Extraño. Hace parte del disco Palabras Más, Palabras Menos de la gran banda Los Rodriguez.



Si tú me extrañas a mí, yo no me olvido de tí.
¿Por qué coño separarnos?
Si tú me lloras a mí, hago lo mismo por tí...
¿Cómo enjuagarlo?
Y no es verdad que aquí nadie ha puesto un duro más.

Maldita apuesta feroz, y de por medio el amor...
Cuando faltas te extraño.

No es una canción de amor, eso al menos pienso yo;
es mucho más sano.
Con la opinión de Dios, quizás alguno de los dos
lo vea más claro.

¿Quién rezará, quién ganará este estúpido duelo?

Maldita apuesta de amor, que uno de los dos perdió.
Cuando faltas me muero...





No la pude pillar en Yutú, pero no sea huevón, señor lector y consígasela como sea y escuchela y desconchesumadrízese un poquito. (Me siento como aportando mi granito de arena al proceso.)



Hoy es viernes (y no es hueveo)



Nos vemos