lunes, 16 de marzo de 2009

Yo ya no leo, pienso.

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La magia secreta de un libro ajeno -un libro escrito por alguien que no somos nosotros y que, incluso, es un libro que ni siquiera nos pertenece- reside en que enseguida se vuelve nuestro y propio y nos obliga a pensar en que uno, como ciertos animales peligrosos que sin embargo se domestican fácilmente (no a partir de la fuerza, eso que nos une a todos y nos iguala, sino de la inteligencia, aquello que nos separa en tribus irreconciliables y que nos hace temblar de felicidad ante el encuentro con un par), tiene algo que ganar leyendo. La pueba de esto es que las infancias con libros se recuerdan siempre como más felices que las infancias sin libros: uno puede haber tenido una niñez terrible, pero si leyó a la luz de grandes libros durante su oscuridad, a la hora de hacer memoria, se puede optar por el consuelo de recordar la alegría de las ficciones y no las tristezas de una realidad mal escrita.

Fresán/Mantra

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4 comentarios:

manuel vallejos dijo...

aunque leer jamás me salvó la vida.

manuel vallejos dijo...

y eso que estoy más viejo que la chucha, jajaja

Jesusísima dijo...

n_n


quiero leer mantra, fresan es la cagá, un amigo lo ama y me prestó la velocidad de las cosas y weón, me cambio la velocidad

Hola Ton!! :D

Shadow.- dijo...

Mentira wn.
Cuando la mayoría de las cosas no te resultan bien, no hay libro que te ayude.
Y creo que decirtelo a ti está de más.

Claro, a menos que sea algo como Niebla, que te de la oportunidad de decirle a ese supuesto Dios: Non serviam, chuchetumadre!

Saludos campeón.